lunes, 6 de octubre de 2008

Los de siempre

El ataque sufrido por los participantes del “Correllengua” el pasado viernes, a manos de un grupo de indeseables embanderados bajo las siglas del GAV y otros grupúsculos fascistas, no es más que la continuación de una serie de actos vandálicos cometidos contra sedes de partidos de izquierda y la repetición de similares actuaciones en los últimos años, cada vez que Acció Cultural y los movimientos civiles que le apoyan, organizan algún acto de reivindicación de la cultura.

Parece mentira que, a estas alturas, existan aún quienes crean que las ideas de los demás puedan ser discutidas por la dialéctica del palo, el insulto y la piedra, sobre todo cuando lo que en definitiva se plantea por parte de los violentos es una batalla estéril a propósito de la supuesta “colonización catalanista” más propia como concepto de la vieja “teoría de la conspiración”. La sociedad valenciana, en todo caso, ya ha dado, con su comportamiento electoral, cumplida respuesta a este tipo de manifestaciones atrabiliarias, más propias de la incultura y la ignorancia.

Pero a todo esto habrá que añadir lo que a estas horas continúa siendo absolutamente incomprensible: que la Policía Nacional -interviniente en los hechos- no haya practicado ni una sola detención entre los agresores, ni tan siquiera -que sepamos- se haya procedido a identificar a alguno de ellos, más aún cuando los hechos se sucedieron a lo largo de casi todo el trayecto del “Correllengua”, con especial virulencia en algún momento, al punto de herir de manera grave a Maite Peiró, concejal del BNV en Alquería de la Condesa.

La intervención policial no fue pasiva, todo hay que decirlo, pues consta que hubo “mano dura” en ciertos pasajes de la acción policial, pero no se disolvió a quienes no tenían, entre otras cosas, autorización para manifestarse y, mucho menos, tampoco se les impidió acercarse a los integrantes del acto cultural.

Gandia no es, no debe ser una ciudad donde este tipo de acciones se repitan y donde además, sus actores queden impunes. Entre otras cosas, porque la gran mayoría de los provocadores violentos llegan a la capital de la Safor desde otros sitios, sobre todo de Valencia ciudad, donde cuentan con infraestructura para cometer sus “hazañas”.

Sea como fuere, lo que urge es que se ponga coto a este tipo de delitos, que lo son, y que las fuerzas de seguridad y la justicia actúen, que para eso están, para garantizar los derechos de los ciudadanos.

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