jueves, 28 de octubre de 2010

Tele 7

Finalmente, como ya se sabe, la Generalitat Valenciana ha hecho aquello que se venía anunciando desde hace meses en esta revista: ha adjudicado los tres canales de TDT privados de la comarca a otras tantas empresas, al menos dos de las cuales cuentan con conexiones más que evidentes con el PP, mientras deja en el limbo y bajo amenaza de sanción, a la única señal que está obligada a conceder, la de propiedad pública de los ayuntamientos de Gandia y Oliva.
Con esta resolución, el Consell consagra lo que ya era una evidencia y un clamor público, es decir apuntar a sus amigos en la concesión de medios de comunicación cuyo carácter de servicio público les obligaría a ser por lo menos más cuidadosos en las formas, cosa que no han hecho sino más bien al contrario se ha reincidido en la vergonzosa estrategia de privilegiar a los suyos.
Y no es la menor de todas estas arbitrariedades haber dejado fuera de la licitación, con argumentos más bien vergonzantes, a otras tres ofertas en el primer estadio del concurso. Lo bien cierto es que ya se sabe que una de estas empresas perjudicadas planteará probablemente en los próximos días una acción judicial cuyo alcance está por ver, mientras las otras dos ofertas rechazadas (de una misma empresa local) han abandonado su intención de recurrir.
Sea como fuere, lo peor de toda esta historia es que el Consell adjudica provisionalmente, es verdad, dos de esas señales a empresas cuyas vinculaciones con el PP y con algunos de los escándalos de corrupción más sonados en la Comunidad Valenciana, es más que evidente.
Por otra parte, se entiende la alegría que Director de Tele 7 Safor, expresa en un comunicado por la concesión obtenida, como no podía ser de otra manera, pero lo bien cierto es que después de tantas explicaciones, el señor Codina sigue sin decir lo más importante de toda esta historia: ¿quién o quiénes conforman la sociedad Inversiones Especiales del Mediterráneo adjudicataria de la señal de Tele 7? Y es que, como todos sabemos, detrás de él está el portavoz del PP de Gandia, Arturo Torró. Seguramente, admitir esto, que todo el mundo sabe, no les favorece en tanto y en cuanto sólo haría que certificar lo que toda Gandia sospecha. Algo turbio debe haber cuando no se es capaz de asumir la verdadera propiedad de la emisora “premiada” con una licencia de TDT.
Sea como fuere, la Generalitat Valenciana, después de consumada esta anormalidad democrática y patrimonial, debería aventar toda sospecha respecto a su verdadero propósito: facilitar que de cara a la campaña electoral, sólo pueda verse una única señal, la suya. Para ello haría falta que concediera de una vez por todas, la licencia obligatoria a la televisión pública. Por higiene democrática y por aquello de la pluralidad. Pero es difícil, casi imposible, que lo entiendan.

jueves, 21 de octubre de 2010

El crucero

Sobre el “Creuer dels Borja” se ha dicho mucho estos días y más que se seguirá diciendo en los próximos. Para empezar, lo dicho dicho está, y pocas cosas podrán cambiar nuestra opinión e información de la pasada semana a menos que se demuestre lo contrario y de eso, por ahora, no ha habido nada: ni las “largas cambiadas” para explicar el fracaso, ni las excusas con que se intenta disfrazar una idea que nació mal, se desarrolló mal y acabó como todos sabemos.
Que ahora se pretenda disimular todo bajo el manto de “lo bien que se lo pasó la gente en el crucero”, es cuando menos, sonrojante: qué menos que alguien que ha contratado un crucero todo incluido se lo pase bien a bordo; pero para eso no hacía falta buscarle el disfraz de un viaje temático de los Borja y promocional de Gandia. Bastaba con contratar un barco por parte del ayuntamiento y ya está. Seguramente nos habríamos ahorrado todas estas historias.
Porque el objetivo principal del viaje no sólo no se ha conseguido sino que ha quedado reducido a la categoría de anécdota toda vez que la participación de los viajeros en los actos programados ha sido más que escasa, por no hablar de la “trascendencia” lograda en Italia con la marca Gandia como ciudad borgiana, equivalente a cero.
Esto sin recordar que la última escala en Barcelona fue muy del tipo: sólo la comitiva oficial (y no toda) asistió a mirar una exposición sobre los Borja... inaugurada hace semanas.
Tal vez ésta sea la razón por la que la difusión del número de “Gente” a través de Internet en la expedición fuera todo un impacto, lo que algunos aprovecharon para afirmar cosas que esta revista no había dicho, porque en definitiva sólo pretendían desviar la atención de la crítica principal.
Sea como fuere, en este número se muestra un amplio resumen de lo acontecido, entre la crónica rosa y la información más seria, que de todo ha habido en el “Grand Holiday”, además de la gente a la que no se cumplió con las excursiones prometidas, “audiencia con el Papa” incluida (en algún caso les devolvieron el dinero por parte de la naviera). Otros muchos disfrutaron de la compañía de más de 1.000 gandienses, se divirtieron con ello y disfrutaron de seis días (menos los del temporal no achacable a nadie) de “vacaciones en el mar”.
Si se hubiese dicho que se trataba de esto último, tal vez no hubiera hecho falta ninguna iniciativa municipal que lo cubriera y, mucho más importante, para algunos de los que fueron en calidad de organizadores, comitiva oficial o invitados, ninguna crítica.

jueves, 14 de octubre de 2010

Un pobre crucero

La decisión adoptada en su día por el Ayuntamiento de Gandia de realizar un crucero charter por una “ruta de los Borja”, se ha revelado en su concreción como una idea a la que no se ha dado una organización equivalente a su proclamada importancia.
La suma de detalles, pequeños y de los otros, que han fallado es demasiada como para obviar que la mayoría de los viajeros embarcados han vivido con una cierta decepción la oferta que se les realizaba. Por cierto, el Gran Holiday es propiedad de Iberocruceros, una compañía mediocre plagada de reclamaciones de cruceristas según se consulte cualquier página web dedicada a estos menesteres.
Desde el embarque, realizado de manera improvisada en Valencia después de unas pobres excusas sobre la fuerza del viento que soplaría en Gandia a la hora prevista de salida, hasta la llegada tres horas después de lo previsto desde Barcelona, hasta las actividades temáticas con escasa asistencia de público salvo alguna excepción. Para remate de la historia, la llegada tardía de unos 250 gandienses para la Audiencia General de los miércoles del Papa, con el colofón del total silencio de Benedicto XVI a la figura de los Borja resuelta con una bienvenida a los “peregrinos de Gandia”, unos más entre el extenso listado de grupos presentes en la Plaza de San Pedro.
Puede que este resumen no sea del todo justo con lo sucedido a bordo de este barco, pero desde su génesis el viaje ha tenido un más que pobre planteamiento cuyos resultados saltan a la vista, restando ahora el más que seguro enfrentamiento político que se sucederá con el pedido de explicaciones a la organización municipal.
A esto se agrega la nula importancia que se le dio a la prensa invitada al viaje, a quienes se dejó sin comunicación con sus redacciones durante 36 horas, además de otras minucias como tener que improvisar una sala de prensa en el Alguer ante la demanda de los periodistas o como no haber previsto acreditaciones para algún medio en la zona reservada a la prensa en la Plaza de San Pedro.
Por lo demás, las promesas de los embajadores españoles ante la República de Italia y la Santa Sede “de trabajar en el futuro para apoyar iniciativas de este tipo” no dejan de ser un escaso saldo de la promoción de Gandia en Roma.
Sea como fuere, seguramente habrá quien haya disfrutado del viaje por que simplemente se dedicó a hacer lo que toca en este tipo de viajes, es decir, aprovechar las escalas para hacer turismo por su cuenta (el precio de las excursiones “oficiales” del barco era prohibitivo) y aprovechar las instalaciones y actividades propias de un crucero.
Sobre todo, aquellos que compraron su billete a última hora a precios de saldo en flagrante agravio comparativo con quienes se apuntaron desde el primer momento.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Feria y TV

La ciudad ya está acostumbrada a que su “Fira i Festes” sea en sí misma una demostración de participación cuya principal ancla está situada en la oferta que brinda al público. Y este año no sólo no ha sido una excepción, sino que probablemente sea lo único que pueda echársele en cara: que los espacios físicos se quedan pequeños para atender la demanda de miles de personas, al punto que quizás haya sido esta edición la más participativa de la historia.
Pero en todo caso, esa misma habituación lleva a que la sorpresa salte en el momento menos esperado y de esos, esta feria de Gandia ha tenido muchos: sin duda, el más espectacular de todos, la actuación de “Comediants” que con su obra “Dimonis”, dejó en la ciudad el mejor “correfocs” de todos los tiempos al que el público respondió con una asistencia masiva a una demostración de altísima calidad teatral, por contenido y escenografía.
Y después, la calle con un maremágnum de acciones artísticas de primer nivel, cuál de ellas más curiosa, sin dejar para nada el espacio de las plazas, a tope de público para seguir la música o los bailes étnicos, los espectáculos “retro”, o los más avanzados. Una mezcla casi perfecta de oferta, donde tal vez la única discusión se centre en la falta de conciertos de primera fila para la gente más joven, sabedores de que en época de crisis, no se está para unas pocas contrataciones millonarias que obliguen a disminuir la oferta general.
Ciento cincuenta y dos actuaciones para más de 150.000 personas en cuatro días no parecen números menores, en un año que el 500º Aniversario de Sant Francesc de Borja marcaba algunos de los principales contenidos de la fiesta.
Pero en medio de todo este panorama, la nota desagradable, preocupante y hasta miserable, la dieron quienes, ignorantes de la democracia y el derecho, boicotearon la señal de Gandia TV en TDT, privando a miles de televidentes de su oportunidad de asistir en directo a la Feria. Las implicaciones jurídicas y hasta penales que pueda tener este asunto, se verán en los próximos días, pero no parece que ni el Director de Tele 7, Pepe Codina, ni su mentor, Arturo Torró, hayan tenido agallas suficientes para aclarar la denuncia de que la señal que interfería GTV, partía de su poste de emisión en el Mondúver.
Por mucho que se empeñen en desviar la atención, el hecho cierto es que se asistió a un acto de piratería cuya naturaleza misma da cuenta del talante profundo que anima a una empresa privada que alguna vez tendrá que explicar por qué oculta a su verdadero propietario haciendo cada vez más sospechoso su exacto objetivo. Y también el silencio de algunos otros.
La feria un éxito, lo otro, un acto miserable.