jueves, 25 de septiembre de 2008

Feria y fiestas 08

Llegan cinco días de fiesta ininterrumpida, cinco jornadas para dejar el reloj en casa y vivir de pleno la oferta impresionante de una feria y fiestas que de unos años a esta parte ha adquirido una porporción de primer nivel.

Y es que en el fondo, la celebración mayor de la capital de la Safor ha ido adquiriendo con el paso del tiempo, (y la mayor dotación económica, claro) aquel papel de un “festival de otoño” que viniera, por otra parte, a cerrar el círculo de las fiestas de verano en todos y cada uno de los pueblos de la comarca.

Si bien se mira, el acierto mayor ha sido el de potenciar hasta un grado superlativo la fiesta en la calle, con la presencia continua de números de teatro sorprendentes en muchos casos, y un especial apartado para el público infantil.

Esto y el mercado medieval, la “plaça del mosset”, y otras realizaciones posibilitan que en los últimos tres años la fiesta haya supuesto un verdadero vuelco, a veces con sobreoferta y solapamiento de espectáculos es verdad, pero con un río de gente desplazándose de un sitio a otro en una gira inacabable.

El programa de este año promete, y mucho, en esa misma línea, aunque tal vez donde menos se haya insistido es los espectáculos de pago, los conciertos del Institut, reducidos a un par de ellos este año por aquello de la crisis.

Si esta es la explicación verdadera, ha hecho bien el equipo gestor de la Feria y Fiestas al recortar presupuesto allí donde la gente notará más impacto en su bolsillo, mientras que se mantienen todo el resto de actividades de acceso libre.

Otro acierto para este año ha sido recuperar el espacio de la Plaza de las Escuelas Pías, a la vez que cancelaba el patio del Instituto Ausiàs March y su habitual programa de conciertos, que ya se demostró como un fracaso el año pasado.

Lo cierto es que todo parece estar listo para la fiesta, una realización de la que participan centenares de personas, para hacer posible que la gente disfrute de todos y cada uno de los momentos clave de la fiesta.

Una fiesta en la que ojalá cada uno encuentre aquello que busque especialmente, nada difícil por otra parte, aunque siempre habrán detalles que corregir.

La fiesta, no lo olvidemos, es también una oportunidad para disfrutar de una oferta cultural y deportiva amplísima, tanta que al más interesado en acudir a todo lo que pueda, seguramente se le quedarán pendientes muchas de las actividades.

La fiesta ya está aquí y, como siempre, lo que sigue en este número especial es el apretado resumen de todo lo que se prepara. A disfrutar... y que no llueva.

jueves, 18 de septiembre de 2008

¿Encuesta o mentira?

El interés de este semanario por precisar los datos de una “encuesta” o “sondeo de opinión” sobre la situación del sector turístico de la playa, realizado y así anunciado por el portavoz del PP de Gandia, Arturo Torró, ha provocado que ahora se rebaje la categoría del supuesto trabajo a la de “consulta personal” (sic) según el asesor del Grupo municipal del PP, Guillermo Barber, una vez que se le demandara tanto a él como a su portavoz de manera insistente la ficha técnica del estudio. Es decir, las características técnicas que deben reunir y guardar este tipo de trabajos para ser válidos, lo que es lo mismo que decir creíbles.
Pues bien, al cierre de esta edición tal ficha técnica no ha sido proporcionada y, además, se nos ha enviado un documento, firmado por Barber en el cual se dice que “en contra de informaciones malintencionadas, el Partido Popular en ningún momento ha ocultado (sic) que se trata de un sondeo, encuesta o consulta”.

O sea, la venda antes de la herida, a menos de que las informaciones “malintencionadas” sean las que han proporcionado sobre tal noticia otros medios de comunicación locales, que sí se han ocupado, con anterioridad a este semanario, de lo ocurrido.

Pero hay más: el señor Barber se atreve en su carta dirigida al editor de “Gente de la Safor”, a recomendarle la lectura de la definición de las palabras “encuesta o sondeo” según la Real Academia Española de la Lengua, asegurando que “en ningún momento ésta hace referencia a la realización por parte de ninguna sociedad”. Dicho de otro modo, el PP de Gandia cree que para una encuesta tenga validez no es preciso que sea realizado por una empresa, y tiene razón, porque existen una multitud de institutos oficiales, universitarios e inclusive de asociaciones sin fines de lucro que realizan este tipo de trabajos. Pero no es éste el caso del PP de Gandia, puesto que sepamos, no tiene entre sus filas a sociólogos, sicólogos y licenciados en estadística que se dediquen a tales menesteres, y a la vista está: la supuesta encuesta o sondeo de opinión de los señores Torró y Barber no reúne ninguna de las condiciones que harían creíbles los datos catastróficos (sobre los que no se prejuzga en esta publicación) proporcionados, a saber: universo de la muestra, calendario del trabajo de campo, margen de error, intervalo de confianza, cuestionario conformado, y otras variables.
Una pobre enumeración acumulativa de cifras no es más que eso, por mucho que el PP de Gandia pretenda hacer creer a los ciudadanos que se trata de algo serio. Una simple mentira.

viernes, 5 de septiembre de 2008

El partido que está en juego

El inicio del año político tiene como eje central en este momento, la oferta hecha al Bloc por el Alcalde de Gandia, de integrarse en el gobierno municipal de la ciudad, aunque la respuesta -casi previsible por otra parte- de Josep M. Moya haya sido el mantenimiento de su postura de no aceptar ningún pacto que incluya a Plataforma de Gandia.

Dicho esto, ya se verá en los próximos días, si el intercambio de mensajes a través de la prensa va más allá y se presenta una propuesta formal por parte de José Manuel Orengo, cuestión ésta que al parecer no tardará en plantearse.

Tampoco es poca cosa que tal oferta se haya extendido al PP, al modo de una “gran coalición”, cuyo objetivo público no es otro -según palabras del propio alcalde- de plantear un gobierno que “haga frente con la mayor unión posible, a los problemas de la crisis económica”, remachando con la frase de que “los ciudadanos no lo entenderían”.

Parece obvio, sin embargo, para la oposición municipal que el objetivo de Orengo es otro muy distinto: sabedor de antemano del rechazo que generaría su propuesta, su intención no sería otra que poner en evidencia la “negativa” (sobre todo de los nacionalistas) a participar en las decisiones de gobierno.

Una segunda derivada sería que, si por una de aquellas los nacionalistas aceptaran, dejaría al PP de Arturo Torró absolutamente aislado en la oposición, una objetivo que persigue, no otra cosa, que un mayor desgaste del portavoz popular, en teoría ya ratificado por el propio Mariano Rajoy como el próximo candidato a la Alcaldía de Gandia.

Así las cosas, es obvio que la situación en que se encuentra el grupo municipal del PP no es la más cómoda, puesto que con la vista puesta en las elecciones de 2011 su principal problema pasa por Plataforma de Gandia, socio de gobierno del PSOE, con una particular proyección de su líder, Fernando Mut en su papel de concejal de Territorio, con una presencia mediática “en positivo” mucho más persistente que la del empresario Torró.

Tal vez esto explique la permanente ofensiva crítica del PP contra quien fuera su líder hasta hace poco más de un año: no pasa día en que lo del “tándem Orengo - Mut”, no se vea cuestionado por casi todo lo que hace o deja de hacer.

El problema para el PP ahora mismo es que no hace diferencia ninguna en sus críticas: da igual que se trate del tema de asesores o del agua potable, hasta las más mínimas cuestiones cuya importancia es más que relativa. Esto implica un riesgo grave: cualquier realización que el gobierno finalmente vaya concretando irá en desmedro del mensaje catastrofista de Torró y los suyos, un asunto que los asesores de imagen del PP (ya fracasados en la campaña electoral) no sólo no han corregido sino que insisten en la estrategia que en nada beneficia la credibilidad del candidato, por otra parte bastante cuestionada ya por diversos asuntos, públicos y empresariales. Favor que el gobierno se cuida de agradecer, pero que, ya puestos, debería.