miércoles, 23 de febrero de 2011

TV: censura y amiguismos

El Consell de la Generalitat Valenciana ha adjudicado definitivamente las licencias para emitir en TDT a dos empresas en el ámbito del concurso convocado al respecto hace meses. Las agraciadas, que ya lo eran de manera provisional, son Inversiones Especiales del Mediterráneo S.L. y Comarques Centrals TV S.L. , mientras se anula la adjudicación provisional a otra empresa por un recurso presentado por otro oferente.
Lo bien cierto es que Tele 7, pertenece a un “grupo inversor” desconocido, detrás del cual se encuentra el portavoz del PP Arturo Torró, que según sus propias manifestaciones “facilitó” la compra de la antigua emisora, en un rocambolesco negocio del que poco a poco van conociéndose más datos, como al parecer el supuesto impago a los anteriores propietarios de los pagarés que se entregaron para cerrar la operación.
En el otro caso, no ha sido menos sorpresivo que su titular ceda, antes de iniciar incluso las emisiones, sus derechos a otra empresa, Radio Gandia, sin que se sepa muy bien el mecanismo utilizado para ello, toda vez que la ley de telecomunicaciones es muy estricta al respecto. En todo caso, el problema será para el licenciatario que podría ser sancionado hasta con la retirada de la autorización si la propia Consellería tomara cartas en el asunto.
Sea como fuere, con todo, la buena noticia es que las tres televisiones locales, incluyendo en este grupo a la pública Gandia TV, han estado avanzando en un acuerdo para la explotación y gestión del múltiplex común, lo que facilitará en suma la recepción de las tres señales en todos los hogares de la comarca en las próximas semanas, a falta de la autorización final por parte del Ministerio de Industria que tiene la última palabra al respecto.
No osbtante, queda pendiente que la Generalitat Valenciana autorice de una vez por todas las emisiones de Gandia TV, ya que está obligada a ello por ley, y por ahora ha dejado en el cajón la amenaza de abrir un expediente a la emisora municipal mientras “olvidaba” al autor de las interferencias sufrida por esta cuando empezó sus emisiones en TDT.
Razones para la desconfianza existen: por más muestra, la persecusión a que se ha sometido a TV3 hasta lograr que sus promotores en la Comunidad se vean obligados a cerrar su emisiones tras recibir fuertes multas. Nada es casual, ni por imperativo de ley en este caso: satisfacer el anticatalanismo de parte de su electorado está detrás de un PP que, como el valenciano, está más preocupado por perseguir señales de televisión que en hacer transparente su gestión en el caso “Gurtel”, por ejemplo.
Y, para más datos, buena parte de las señales que emite Canal 9, sobre todo de su segunda y tercera cadenas, están también en la ilegalidad absoluta.

jueves, 17 de febrero de 2011

El gesto de García

La renuncia de Jesús García a la Presidencia de la Junta Local Fallera de Gandia para integrarse en la candidatura electoral del PSOE, representa uno de esos hechos que habrá de tenerse en cuenta a la hora de valorar las actitudes de las personas que se acercan a la política desde diversos colectivos sociales.
Y es que, sin estar obligado por ninguna ley, apartarse del cargo seguramente más importante de la sociedad civil de la ciudad representa un gesto que habrá que valorar en toda su amplitud.
Demasiadas veces se ha escuchado y escrito (aquí mismo lo hemos hecho) sobre la necesaria prescindencia que la política tiene que tener sobre los movimientos y organizaciones sociales, pero siempre desde la perspectiva del peligro de manipulación existente en esta relación. Y es que ha habido en la política local demasiados casos en que no ha estado claro el vínculo entre el ejercicio del poder o de oposición y algunas “correas de transmisión” en el ámbito social.
Siendo como es éste un límite tan difuso a veces salta a la vista que la medida adoptada por García no sólo le pone a él en un lugar destacado, sino que beneficia a la política y a las propias fallas de Gandia.
Para el flamante candidato (que deberá ser refrendado por una asamblea del PSOE el próximo 26 de febrero), la política no es una novedad, ya que fue concejal como independiente en la lista del Bloc en la legislatura 1999 -2003, cargo que compatibilizó con la Secretaría de la JLF, lo que en su día concitó algunas críticas.
Sea como fuere, la relevancia del cargo que deja, como del que ocupará a partir de la oficialización de las listas electorales han quedado esta vez a salvo de las invectivas políticas que en muchos casos, no se aplican a sí mismos cuando les toca. Por caso, el propio portavoz del PP, tan crítico ahora en estas cosas, no tuvo ningún empacho en ser candidato por su partido mientras mantenía la presidencia de la Federación de Comerciantes de Gandia.
Ahora se abre para el mundo de las fallas de Gandia, en plena recta final de las fiestas, un proceso que podría tornarse dificultoso y hasta conflictivo por su coincidencia con la precampaña electoral que estará en su apogeo entonces.
Dependerá en buena medida de los partidos políticos locales el no interferir en una cuestión que depende exclusivamente de las fallas de la ciudad.
Y en ese sentido, el gesto de Jesús García, resulta ejemplificante de lo que se pretende en la relación entre la política y el mundo asociativo: que se guarden las distancias necesarias entre una y otra actividad, aunque nadie puede dudar que todas las personas están en su derecho de apoyar una opción política, eso sí, sin subordinarse a ella desde puestos de representación.

jueves, 10 de febrero de 2011

Infantilismo político

El cese del concejal Javier Soldevila como miembro del gobierno municipal, paralelo al de su responsabilidad concreta en Participación Ciudadana, tras su separación de Plataforma de Gandia por decisión de la ejecutiva del partido, supone un paso, tal vez el penúltimo, en las diferencias que aquel mantiene con Fernando Mut, líder del partido.
Y lo bien cierto es que no se entiende del todo este divorcio a menos que no se apele a las diferencias personales, no sólo entre ambos, sino entre algunas de las personas que participaban del proyecto de PdG, una vez instalados en el gobierno municipal por su acuerdo con el PSOE.
Si esta es la explicación no habrá más remedio que tachar de cierto infantilismo político el comportamiento que ambos sectores han tenido en la gestión de su relación y en la propia crisis desatada tras el Congreso de Plataforma, donde al parecer se “laminó” a Soldevila y además se dijo que éste había renunciado a continuar en el partido, cosa que el interesado desmintió.
Sea como fuere, los pasos siguientes no han estado precisamente plagados de cordura: la comunicación oficial al Ayuntamiento de que Soldevila había sido apartado de Plataforma y la solicitud expresa de Mut de que aquel fuera separado del gobierno tenían su base en la denuncia penal presentada contra él por su anterior compañero de partido, (precisamente por la documentación presentada para separarlo de PdG) por lo que la coexistencia de ambos en el seno del gobierno se hacía imposible.
Y ésto es lo que viene a decir la resolución de la Alcaldía que cesa a Soldevila, que ha acabado acusando de chantaje a Mut y dejarse chantajear a Orengo, “tal vez por unos cientos de votos”.
Eso sí, ha dicho también que de ahora en más, “haré valer cualquier opción política que considere interesante” respecto a su futuro. Lo que para algunos precipitó la situación son las denuncias que en su día refirió Mut, sobre quién estaba detrás de los problemas con Soldevila, en clara alusión al PP, cuyo silencio al respecto de la crisis llama poderosamente la atención.
No obstante, el gobierno municipal se queda con la mayoría absoluta justa para gestionar de aquí a junio, cuando se inicie la nueva legislatura tras las elecciones. El gran interrogante ahora mismo es deducir cuál va a ser el derrotero del concejal no adscrito que, seguramente, se verá en los próximos plenarios municipales y en el trabajo en comisiones.
Y, claro está, en la listas electorales que se harán públicas a finales de este mismo mes.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Vecinos y política

La situación por la que atraviesa la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gandia se ha vuelto insostenible, toda vez que a los colectivos que promueven la moción de censura se suman críticas contra la presidencia por parte de otras asociaciones que no están de acuerdo en las formas para desplazar a Delfina Pellicer, pero si en el fondo.
La negativa de la Presidenta a dimitir o a dar curso a la moción presentada por ocho asociaciones ha puesto en el disparadero ya no sólo al cargo que ostenta sino a toda la federación lo que no es ninguna ventaja para el movimiento vecinal de la ciudad. Al contrario, los hechos producen ahora mismo una cierta esterilidad del colectivo aunque, todo hay que decirlo, en la base del conflicto está no sólo la actitud de Pellicer, sino el interés político por desestabilizar el ente.
Y es que, en presencia de una campaña electoral que será muy dura, todo vale para utilizar como plataforma política a la búsqueda de resultados. En ese sentido, nadie ignora que algunos de los dirigentes vecinales que promueven la moción responden a la órbita de los intereses del PP que, una vez más, busca en este tipo de movimientos obtener el control de la Federación para utilizarla como base de crítica al gobierno de la ciudad.
Y es que la cuestión promovida por algún despechado dirigente que no obtuvo satisfacción a sus expectativas políticas en otro partido, hoy se ha convertido en el ejecutor de la política que se marca desde el grupo municipal popular.
Pero, tampoco hay que engañarse, buena parte de la dirigencia de las asociaciones está teñida de algún color político lo que en sí no es condenable, sino sólo cuando se actúa como correa de transmisión de la estrategia de algún partido, dejando de lado las más legítimas reivindicaciones vecinales o bien utilizándolas como ariete partidario.
Sea como fuere, la crisis debe resolverse cuanto antes so pena de poner al movimiento asociativo en una encrucijada de difícil solución y en este sentido se ha de pedir responsabilidad a los políticos pero mucha más aún a los propios dirigentes del sector, causantes por acción u omisión del profundo descrédito en que se está sumiendo a la Federación AA VV.
A decir verdad, tampoco es que el problema pueda afectar al tejido vecinal de Gandia, habida cuenta de que algunas asociaciones son apenas un poco más que sus propios dirigentes, algunos de ellos ansiosos por dar satisfacción a sus jefes o, lo que es más evidente, a la búsqueda de un lugar bajo el sol de las listas electorales.
Y así no se puede seguir: no bastan las cartas de participación ciudadana ni las ayudas municipales como políticas que enmarquen el movimiento ciudadano. En realidad hace falta que la política les deje en paz y los vecinos sean de verad inependientes de los partidos. Difícil asunto.