miércoles, 29 de abril de 2009

El tranvía de Camps

La decisión adoptada por el Gobierno Municipal de Gandia, de solicitar a la Generalitat la construcción y puesta en marcha del tranvía hasta el Grau, en el marco del conocido como “Plan Camps”, remedo del “Plan Zapatero”, de inversión pública para conjurar la crisis, supone una doble apuesta.
Por un lado, el viejo proyecto de unir la ciudad y la playa con un servicio de este tipo, no contaminante, moderno y alternativo al automóvil, es una inversión de futuro de gran calado en caso de concretarse.
Por el otro, supone poner a prueba la voluntad política del Consell, en tanto y en cuanto se trataría de la mayor inversión hecha en la capital de la Safor por parte de una administración que no se ha distinguido precisamente por su magnanimidad en recursos para una ciudad que tradicionalmente le ha dado la espalda desde el punto de vista electoral, en cuanto toca a la elección de gobierno local.
De modo que en estas dos vertientes se resolverá la disyuntiva: el Presidente Camps, cuyas preocupaciones estos días parecen más enderezadas a restaurar las graves heridas que la está causando el caso de la trama de corrupción vinculada a su gobierno por la justicia, deberá decidir si el proyecto presentado por Gandia es aceptado o en su defecto, rechazado.
Tarea complicada para quien desde siempre ha insistido en su discurso público en la necesidad de modernizar la Comunidad Valenciana en sus más diversas infraestructuras en las que, obviamente, el transporte público ocupa un lugar destacado. De dónde si no su reivindicativo discurso sobre el AVE, el corredor mediterráneo de mercancías y pasajeros o las exigencias para que las líneas de cercanías de RENFE sean transferidas al Consell.
Aún así, ya es curioso que el portavoz del PP de Gandia, Arturo Torró, diga que se trata de “una venta de humo” por parte del Alcalde José Manuel Orengo. Lo bien cierto es que tal proyecto formaba parte del programa electoral de su partido en Gandia desde las elecciones de 1999, en las que Torró figuraba como número dos de Fernando Mut en aquella cita.
Se supone que su preocupación de ahora sobre la viabilidad económica del proyecto, no es muy coherente con su propuesta de entonces por decirlo suavemente.
El Bloc, por su parte, no lo ve claro y propone otras inversiones como el “Metrobús”, incluído en el Plan de Movilidad de Gandia, lo que le ha supuesto un fuerte respuesta por parte del PSOE, que le recordó que en la anterior legislatura, cuando los nacionalistas formaban parte del gobierno, estaban a favor del proyecto.
El tranvía de Gandia al Grau es necesario, otra cosa será ver si el Presidente Camps piensa lo mismo, simplemente porque será la Generalitat quien lo pague. Y si no, no haber abierto las expectativas de los ayuntamientos con un plan que genera más dudas que certezas.

jueves, 23 de abril de 2009

El paro que no para

El paro en la comarca ha aumentado en lo que va de marzo de 2008 al mismo mes de este año, un 83%. El dato es ciertamente terrorífico, en tanto y en cuanto implica que por sectores el de servicios ha sido el más afectado, por encima inclusive de la construcción, lo que equivale a decir que la destrucción de puestos de trabajo se ha cebado en dos de los ámbitos más pujantes de la economía local.
Con todo, el ritmo de destrucción de empleo parece haber reducido su intensidad en el pasado mes de marzo en comparación a febrero aunque obviamente de este dato puedan hacerse lecturas tan diversas como que o bien el fenómeno está frenando o bien que hay sectores -como el urbanístico- que ya no dan más de sí y por lo tanto no se destruye empleo porque ya no queda mucho para verse afectado.
Aún así, habrá que creer que con la puesta en marcha de las obras del Plan Zapatero la lectura de los siguientes meses pueda llegar a ser más moderada, aunque el índice de empleo que pueda crearse superará los 1.400 puestos en toda la Safor, lo que equivaldría a neutralizar el paro que se genera en poco más de un mes.
Y es que la virulencia de la crisis continúa siendo muy alta, afectando al tejido empresarial comarcal de manera directa, sobre todo en lo relativo a pequeñas y medianas empresas sometidas a la tortura de la falta de financiación bancaria y a la cadena de impagados que está generándose simultáneamente.
Muchas de esas empresas, creadoras de más del 90 % de la riqueza de la economía local, están cayendo cada vez más en situaciones de insolvencia que hacen muy difícil si no imposible el acceso a esa financiación prometida, mientras que en realidad continúan siendo viables desde todo punto de vista.
Por esta razón, medidas como las adoptadas por el Ayuntamiento de Gandia, de compromiso de pronto pago pueden ser una herramienta más o menos eficaz en la actual situación si no fuera porque son una gota de tinta en el mar tormentoso en el que están navegando. El anuncio del ICO de que habilitará una línea de crédito para que los ayuntamientos puedan pagar sus deudas a proveedores cuanto antes puede ser también un buen elemento de ayuda, aunque obviamente, el sector público -con tener un importante peso en el global de la economía- no es el principal motor de ésta.
Sea como fuere, la dureza de la crisis se manifiesta con toda su crudeza en el empleo, y lo bien cierto es que mientras un conjunto de medidas fiscales y financieras no se manifiesten en su plenitud, poco habrá que rascar en el actual panorama.

jueves, 16 de abril de 2009

Sectarismo partidista

La carta que el Conseller de Infraestructuras, Mario Flores, y la Alcaldesa de Dénia, Ana Kringe, han enviado al nuevo Ministro de Fomento, José Blanco, “exigiéndole” la construcción de la línea férrea entre Gandia y la capital de La Marina y la consecuente puesta en marcha del servicio, no deja de ser una “boutade” cuyo único propósito es tapar la propia incapacidad del PP valenciano para hacerse cargo de sus compromisos.
Desde hace por lo menos tres años, el acuerdo alcanzado por el Ministerio y la Generalitat Valenciana que debía haber sido ratificado por un convenio que nunca se firmó, atribuía al Gobierno Valenciano la responsabilidad de la obra, mientras que al Gobierno central le tocaba la realización de la vía férrea entre Xàtiva y Alcoy.
La diferencia es que esta última ya está en ejecución, mientras que en el caso Gandia-Oliva-Dénia las cosas siguen igual, porque en realidad lo que el Conseller y la inefable alcaldesa de Dénia (que alcanzó su cargo gracias a una moción de censura promovida con el concurso de un tránsfuga socialista) están diciendo es que renuncian a asumir su parte del trato, y ahora intentan -una vez más- culpar al gobierno de Zapatero por su propia negligencia.
Y no es que el Ministerio no tenga parte de responsabilidad en los anuncios repetitivos y la apertura de expectativas desmedidas respecto al tren, no. Sólo que desde 1995, cuando una movilización popular demandó su construcción, a la que se plegaron todos los partidos, las culpas están repartidas: durante los ocho años del gobierno Aznar no se avanzó ni un milímetro en el tema y, como se ve, tampoco en los últimos cinco de gobierno socialista.
Sea como fuere, no deja de ser hiriente para la opinión pública de las ciudades afectadas que ahora se pretenda endosar la responsabilidad a la otra parte, cuando el preacuerdo estaba claro desde hace tiempo, tal como se muestra en páginas interiores de este número.
Pero hay más: el absoluto desprecio que demuestra la actitud de la Generalitat Valenciana al no convocar a la reunión a los alcaldes de Gandia y Oliva, rompiendo así la unidad de acción que hasta ahora se había mantenido al respecto entre los tres municipios.
Un dato más: la oficina de atención a las mujeres maltratadas de la Safor, se instalará... en Dénia, una decisión aberrante, casi una burla a toda la comarca, ya que por lo pronto -más allá de la falta de transporte público entre ambas localidades- la vista de los casos judiciales de este tipo corresponden a la jurisdicción de Valencia y no a la de Alicante, una cuestión en la que tampoco parece haber reparado la Consellera Sánchez de León.
Y ambas situaciones tienen un nombre en política: sectarismo partidista.