jueves, 28 de enero de 2010

El Congreso del PP

Tras 12 años desde el último congreso local, el Partido Popular de Gandia, se apresta a vivir este sábado lo que en rigor debería servir para poner punto final a casi una década de interinidad y gestoras elegidas desde Valencia, sin participación de los afiliados del principal partido conservador de la ciudad y por ende, una decisiva fuerza política en Gandia.
No en vano la situación por la que han pasado los populares en la capital de la Safor es fiel reflejo de sus periódicas crisis internas, que han posibilitado gobiernos encabezados por los socialistas desde 1983. Veintisiete años de continuas derrotas (a excepción de 2003 en que pese al triunfo no obtuvo el gobierno municipal) son demasiados para un partido y sus votantes que en ese lapso ha gobernado España durante 8 y lleva al frente de la Generalitat Valenciana desde 1995, lo que hace más dura aún la experiencia de Gandia para sus militantes.
A esta cita congresual llega, sin embargo, con un único candidato a presidir el partido, Arturo Torró, actual portavoz y último derrotado en las municipales de 2007, exhibiendo como símbolo la unidad del PP local, un hecho que podría hacer pensar que por fin el centro derecha ha aprendido la lección. Con todo, no es menos cierto que ese análisis es, ciertamente, parcial: fuera del PP se encuentra una decena de dirigentes y alrededor de tres mil quinientos votantes que le dieron la espalda hace dos años y medio siguiendo a Fernando Mut, el único cabeza de lista de ese partido que puede presumir de haber vencido al PSOE en Gandia, y apeado de la jefatura (y de la candidatura) con artes bastante más que discutibles.
Eso sin contar a otro sector, muy menor es verdad, que también prefirió a otra ex candidata del PP, Rosa Fuster.
Una ventaja tiene Torró a partir de ahora: ya nadie podrá decirle -si finalmente repite en la opción de encabezar la lista popular- que es un “candidato impuesto”, otro más en larga lista de desaguisados y errores estratégicos cometidos por la dirección regional del PP.
Su trabajo, y el de la junta directiva que finalmente presente mañana, con 22 cargos, no sólo deberá reorganizar el partido, sino que además tendrá que ser capaz de abanderar una opción que concite el interés no sólo de sus votantes actuales, absolutamente escasos para conseguir la alcaldía si las elecciones fueran hoy, sino que además deberá esforzarse en convencer a su electorado natural de la suya es una alternativa válida para la ciudad. Eso y, además, tratar de subsumir a Plataforma de Gandia su principal adversario en ese sector del electorado.
Y, sobre todo, construir un mensaje creíble alejado de la demagogia y el “no” permanente como única alternativa al gobierno de José Manuel Orengo. Tal vez, dadas las circunstancias, sea pedirle demasiado.

jueves, 21 de enero de 2010

Fitur y el año Borja

La presencia de Gandia este año en un espacio individual de gran impacto visual en la que pasa por ser la feria de turismo más importante del mundo es un hecho destacable. Entre otras cosas, porque ocupa un estand dentro del macro espacio de la Comunidad Valenciana, por primera vez en muchos años, tras las diferencias habidas en otras ediciones.
Y, es verdad, el espacio ha sido cedido por la Generalitat Valenciana, lo que para algunos constituye “un apoyo indudable a la celebnración gandiense del 500 anbivesario de su patrón”. La pregunta es ¿qué menos? tratándose del segundo destino turístico de la provincia de Valencia como es el caso de Gandia.
Pero las siguientes cuestiones no son menores: ¿cuándo será el día que el Presidente Camps anuncie en qué consistirá su apoyo al programa del quinto centenario?. Porque a día de hoy, nada se sabe, cuando los actos ya han comenzado este pasado 1 de enero.
De hecho, el Presidente Camps, en su encuentro fortuito con el Alcalde Orengo no dijo una sola palabra al respecto pese a que se le hacía entrega de un obsequio vinculado a la celebración.
Tampoco ha sido muy pródiga la Diputación de Valencia aunque en este caso sí hay que señalar que al menos su Presidente Alfonso Rus, ha reafoirmado su compromiso con la capital de la Safor, apuntando que “el propio Alcalde me dijo hace ya tiempo, que eligiéramos del programa oficial aquello que podríamos patrocinar y lo haremos pronto”.
Sea como fuere, una vez más la Feria Internacional de Turismo de Madrid, ese escaparate de las ilusiones, de una industria que está de capa caída como la que más por mor de la crisis, representa una buena oportunidad para dar cuenta de una oferta que el público masivo verá este fin de semana, mientras que los concejales y alcaldes de ciudades y pueblos de toda España intentan convencer, mediante las respectivas empresas locales, de que su destino es el mejor de los posibles.
Sin embargo este año la Safor, por ejemplo, acude con presencia reducida, tal vez por la crisis o tal vez, por el convencimiento de que el “escaparate” es cada vez menos válido para realizar negocios, dado que las tecnologías de la información son cada vez más decisivas en contactos diarios que difícilmente podían realizarse anteriormente como no fuera asistiendo a esa macro concentración de tour operadores, transportistas, hoteles y tantas otras actividades dedicadas al ocio y las vacaciones.
Sea como fuere, es de esperar que el Año Borja tenga el eco que se merece, que FITUR ayude en la promoción y que, inependientemente de lo que haga la Generalitat Valenciana, sea un éxito.

jueves, 14 de enero de 2010

García Gasco

Una sentencia judicial ha puesto en cuestión al Arzobispado de Valencia por no cumplir l el acuerdo de una herencia por lo que deberá pagar casi dos millones doscientos mil euros a los herederos del difunto.
Básicamente, la herencia donada en su integridad a la Iglesia, consistía en dos solares del barrio de Benipeixcar y dinero en efectivo por 600.000 euros, a cambio de que se cumplieran ciertas condiciones: la erección de un templo en los solares, y que en él fueran enterrados el donante y sus padres.
El Arzobispo Agustín García Gasco no cumplió ninguna de las condiciones dado que vendió el solar a una constructora que edificó pisos y los vendió posteriormente. Del dinero aportado en metálico ni se sabe.
Llegados al juicio, el demandado negó capacidad a los herederos y a la vez, utilizó como argumento en su defensa que “la modificación de un plan parcial en la zona dispuesto por el Aytuntamiento de Gandia” hacía inviable la construcción del templo. Este último extremo fue desmentido durante el juicio por un técnico municipal que además aportó datos concretos para demostrar la falacia de la máxima autoridad católica de la Comunidad Valenciana.
Ahora, el Arzobispado anuncia que va a recurrir la sentencia y dice que “aún se está a tiempo de construir la iglesia exigida en la herencia”.
Sea como fuere, lo bien cierto es que tal postura, viniendo de una autoridad eclesiástica que repite en esta comarca su incumplimiento manifiesto de compromisos adquiridos, no es el mejor ejemplo que pueda pregonar a los cuatro vientos: allí está el caso del tan cacareado Centro Ecuménico de Oliva, cuyos terrenos ha tenido que recuperar el municipio después de un largo litigio con el propio García Gasco, tras no cumplir el arzobispado ninguna de las condiciones que en su día se pactaron para alzar allí un edificio a cuya inauguración se anunció que vendría el Papa. Por muestra de tan buenas intenciones, sólo existen en el solar unos pocos hierros retorcidos y alguna cimentación, que se pagaron copn fondos de la Generalitat Valenciana que también abandonó el proyecto tan pronto como caytó en cuenta de que la iglesia no disponía de los fondos necesarios para hacer frente a su compromiso.
Así las cosas cabe preguntarse qué calidad moral acompaña a Monseñor García Gasco, capaz de falsear la verdad en un litigio y de no cumplir la palabra empeñada (eso sí, en escritura pública) mientras el Arzobispàdo se hacía con más de dos millones de euros de cuyo destino final, nada se ha sabido, ni sabremos.

jueves, 7 de enero de 2010

Mal asunto

La situación creada a partir de la renuncia a su escaño por parte de una concejal del PP, rectificada horas después, junto con el “arreglo” de su nómina en compañía de otra compañera de grupo, supone cuando menos una extraña fórmula que exigirá más de una explicación no sólo al grupo al que pertenecen ambas, sino al Gobierno Municipal.
El caso es que la concejal Fort, ante lo que parece es una situación económica particular delicada, decidió dejar su acta para, 48 horas después, presentar nuevamente un escrito por mesa de entradas “renunciando a su renuncia”.
Pues bien, pese a su negativa, para nadie es un secreto que la situación interna del Grupo Popular en Gandia es bastante crítica desde el momento en que, con lo dispuesto por el Gobierno Municipal en Julio pasado, se tuvo que redistribuir las asignaciones y los cargos del mismo habida cuenta de la necesaria reducción de cargos y sueldos. En este plano, no era tampoco menor el disgusto de algunos de sus miembros por lo que entendían había sido una pésima gestión de la situación por parte de su líder (ausente otra vez de Gandia en temas clave) Arturo Torró quien a su regreso se encontró frente a hechos consumados de muy difícil solución.
Tampoco es que ahora Torró haya dado más explicaciones sobre el último episodio, dejando (una vez más) que el tiempo ponga una venda a sus continuos dislates.
Pero otra cosa es la situación en la que queda el Gobierno Municipal que después de hacer bandera de una reducción sustancial de cargos y sueldos en julio pasado, ahora se ve abocado a tener que resolver la situación de dos concejalas de la oposición mediante el recurso de asignarles un sueldo no menor (25.000 euros anuales) que a todas luces suponen una bomba en la línea de flotación de su promocionado intento de acallar críticas por el “gasto político” de la corporación.
Así las cosas, es de esperar que las explicaciones en favor de la coherencia política necesaria. Después de todo, los ciudadanos son muy sensibles a este tipo de cosas y razones tienen para ello cuando la crisis económica, además, pone en cuestión algunos modos de la política. Ni el silencio escapista y cínico de Torró, ni las “soluciones mágicas” del gobierno son buen asunto en estos días.