jueves, 17 de febrero de 2011

El gesto de García

La renuncia de Jesús García a la Presidencia de la Junta Local Fallera de Gandia para integrarse en la candidatura electoral del PSOE, representa uno de esos hechos que habrá de tenerse en cuenta a la hora de valorar las actitudes de las personas que se acercan a la política desde diversos colectivos sociales.
Y es que, sin estar obligado por ninguna ley, apartarse del cargo seguramente más importante de la sociedad civil de la ciudad representa un gesto que habrá que valorar en toda su amplitud.
Demasiadas veces se ha escuchado y escrito (aquí mismo lo hemos hecho) sobre la necesaria prescindencia que la política tiene que tener sobre los movimientos y organizaciones sociales, pero siempre desde la perspectiva del peligro de manipulación existente en esta relación. Y es que ha habido en la política local demasiados casos en que no ha estado claro el vínculo entre el ejercicio del poder o de oposición y algunas “correas de transmisión” en el ámbito social.
Siendo como es éste un límite tan difuso a veces salta a la vista que la medida adoptada por García no sólo le pone a él en un lugar destacado, sino que beneficia a la política y a las propias fallas de Gandia.
Para el flamante candidato (que deberá ser refrendado por una asamblea del PSOE el próximo 26 de febrero), la política no es una novedad, ya que fue concejal como independiente en la lista del Bloc en la legislatura 1999 -2003, cargo que compatibilizó con la Secretaría de la JLF, lo que en su día concitó algunas críticas.
Sea como fuere, la relevancia del cargo que deja, como del que ocupará a partir de la oficialización de las listas electorales han quedado esta vez a salvo de las invectivas políticas que en muchos casos, no se aplican a sí mismos cuando les toca. Por caso, el propio portavoz del PP, tan crítico ahora en estas cosas, no tuvo ningún empacho en ser candidato por su partido mientras mantenía la presidencia de la Federación de Comerciantes de Gandia.
Ahora se abre para el mundo de las fallas de Gandia, en plena recta final de las fiestas, un proceso que podría tornarse dificultoso y hasta conflictivo por su coincidencia con la precampaña electoral que estará en su apogeo entonces.
Dependerá en buena medida de los partidos políticos locales el no interferir en una cuestión que depende exclusivamente de las fallas de la ciudad.
Y en ese sentido, el gesto de Jesús García, resulta ejemplificante de lo que se pretende en la relación entre la política y el mundo asociativo: que se guarden las distancias necesarias entre una y otra actividad, aunque nadie puede dudar que todas las personas están en su derecho de apoyar una opción política, eso sí, sin subordinarse a ella desde puestos de representación.

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