jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Vecinos o políticos?

Que ocho asociaciones de vecinos de la ciudad hayan planteado su malestar con la presidenta de la Federación Local a la que exigen la convocatoria de una asamblea extraordinaria “por incumplimiento de los estatutos de la entidad”, y que lo hagan además en el momento de la celebración anual de la semana vecinal, no es un dato menor. Bien al contrario, es una ofensiva en toda regla provocada precisamente en la fecha más inoportuna, pero a la vez, demuestra un grado de confrontación dentro del ente que hace pensar en la existencia de motivaciones ajenas al mundo vecinal.
Pero también en que algo está fallando, otra vez, en la vida de entidades que en teoría representan a los 80.000 vecinos de la ciudad. Porque entre otras cosas, asociaciones que en el papel representan a una decena de miles de vecinos, no pueden resolver la papeleta con asambleas donde a lo sumo acuden 100 personas, o con afiliaciones que no superan los cuatro centenares de socios.
Es verdad que el bajo compromiso de los ciudadanos con la vida pública común, es el caso sindicatos y partidos, es muy bajo, lo que acaba siendo una rémora para la representatividad esgrimida muchas veces como fundamento para las reivindicaciones más justas.
Otra cosa es lo que periódicamente se observa dentro del movimiento vecinal que, todo hay que decirlo, es objeto de manipulación política por parte de los partidos, pero también porque sus propios dirigentes, en muchos casos, se prestan a este tipo de movimientos porque su aspiración pasa por hacerse un hueco en alguna lista electoral. También los ha habido y los hay que ejercen sin ningún reparo funciones ejecutivas en las asociaciones o en la propia Federación mientras que a la vez son miembros activos de algunos partidos. Y no es que tal actitud pueda parecer indecorosa: sólo lo es cuando de manera poco elegante -por decirlo de algún modo- se utilizan argumentarios partidistas trasladándolos a la vida vecinal.
Esto sin hablar de quienes, no logrados sus objetivos políticos, acaban haciendo de su representatividad un trapicheo de siglas y saltos ideológicos que ruborizarían a cualquier persona con sentido común.
Esta situación no es nueva, demasiados antecedentes existen en la historia reciente de la ciudad, pero está bien claro que no se puede seguir por este camino, que lleva al descrédito del mundo asociativo vecinal.
Por lo pronto, lo que la Federación debe hacer es convocar cuanto antes la asamblea demandada y despejar todas las cuestiones planteadas, so pena de convertir la entidad en un remedo de la política del peor estilo, como se está viendo, lamentablemente en estos tiempos.

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