jueves, 14 de octubre de 2010

Un pobre crucero

La decisión adoptada en su día por el Ayuntamiento de Gandia de realizar un crucero charter por una “ruta de los Borja”, se ha revelado en su concreción como una idea a la que no se ha dado una organización equivalente a su proclamada importancia.
La suma de detalles, pequeños y de los otros, que han fallado es demasiada como para obviar que la mayoría de los viajeros embarcados han vivido con una cierta decepción la oferta que se les realizaba. Por cierto, el Gran Holiday es propiedad de Iberocruceros, una compañía mediocre plagada de reclamaciones de cruceristas según se consulte cualquier página web dedicada a estos menesteres.
Desde el embarque, realizado de manera improvisada en Valencia después de unas pobres excusas sobre la fuerza del viento que soplaría en Gandia a la hora prevista de salida, hasta la llegada tres horas después de lo previsto desde Barcelona, hasta las actividades temáticas con escasa asistencia de público salvo alguna excepción. Para remate de la historia, la llegada tardía de unos 250 gandienses para la Audiencia General de los miércoles del Papa, con el colofón del total silencio de Benedicto XVI a la figura de los Borja resuelta con una bienvenida a los “peregrinos de Gandia”, unos más entre el extenso listado de grupos presentes en la Plaza de San Pedro.
Puede que este resumen no sea del todo justo con lo sucedido a bordo de este barco, pero desde su génesis el viaje ha tenido un más que pobre planteamiento cuyos resultados saltan a la vista, restando ahora el más que seguro enfrentamiento político que se sucederá con el pedido de explicaciones a la organización municipal.
A esto se agrega la nula importancia que se le dio a la prensa invitada al viaje, a quienes se dejó sin comunicación con sus redacciones durante 36 horas, además de otras minucias como tener que improvisar una sala de prensa en el Alguer ante la demanda de los periodistas o como no haber previsto acreditaciones para algún medio en la zona reservada a la prensa en la Plaza de San Pedro.
Por lo demás, las promesas de los embajadores españoles ante la República de Italia y la Santa Sede “de trabajar en el futuro para apoyar iniciativas de este tipo” no dejan de ser un escaso saldo de la promoción de Gandia en Roma.
Sea como fuere, seguramente habrá quien haya disfrutado del viaje por que simplemente se dedicó a hacer lo que toca en este tipo de viajes, es decir, aprovechar las escalas para hacer turismo por su cuenta (el precio de las excursiones “oficiales” del barco era prohibitivo) y aprovechar las instalaciones y actividades propias de un crucero.
Sobre todo, aquellos que compraron su billete a última hora a precios de saldo en flagrante agravio comparativo con quienes se apuntaron desde el primer momento.

No hay comentarios: