jueves, 16 de julio de 2009

Fútbol y dinero

Estos días ha resurgido la polémica, casi habitual en estos tiempos, del papel de la administración pública en la supervivencia de clubes deportivos de élite o, cuando menos, de cierto nivel de competición.
Esta vez ha sido por la situación del C.F. Gandia, una entidad que no hace muchos años es verdad que con modestia y a la vez con determinación, estaba en segunda B del fútbol español, sin olvidar la campaña 86-87 en que llegó a codearse con lo más granado de la 2ª división A.
Desde entonces hasta ahora el Guillermo Olagüe ha pasado de contener más de 3.500 espectadores por partido hasta las raquíticas recaudaciones actuales: un club hundido en una división donde la mayoría de sus rivales pertenecen a ciudades o pueblos valencianos de población sensiblemente menor a la capital de la Safor, con una deuda que, según su Presidente, Dionisio Ollero, es de más de un millón de euros acumulados en estos últimos 11 años y que, según otras fuentes, podría ser muy superior.
Lo preocupante de esta historia es que además se suman argumentos de carácter político que no hacen sino agravar aún más la situación. Por una parte Ollero dice que como él es militante del PP y ex concejal de ese partido, el gobierno socialista de Gandia se niega a darle ayudas.
Por otra el gobierno municipal que se apunta de mediador para que el club se convierta en sociedad mercantil, siempre y cuando el actual presidente deje el cargo tras lo que se define como una gestión desastrosa. A la vez, “presenta” a una empresa que se haría cargo del club en la situación actual, que se haría cargo de las deudas... y aquí salta el primer problema grave: los compradores sólo reconocerían aquellos acreedores “legítimos”, es decir la Hacienda pública (que embarga cualquier subvención al club) y los jugadores de la actual plantilla (tres meses sin cobrar). O sea, de lo que dice el propio Ollero que se le debe a dos de sus empresas, unos 436.000 euros, ni hablar. Eso, por no apuntar al complejo proceso de conversión del club en una Sociedad Anónima Deportiva.
Todo esto sin dejar de apreciar que el líder de la oposición, Arturo Torró, que se ufanó hace meses en anticipar un completo plan de saneamiento del club, antes de que el propio Ollero dijera nada, al final presentó una hoja de cálculo como gran aportación al futuro del club.
Seamos un poco más serios todos: antes que adoptar cualquier medida, lo que sería exigible sería una auditoría independiente que deslinde responsabilidades y, una vez hecho esto, valorar en profundidad si vale la pena intentar reflotar una entidad que no ha dejado de caer en los últimos años.
Y, finalmente, pensar si realmente Gandia, la ciudad, quiere un proyecto de este tipo.

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