miércoles, 10 de junio de 2009

La abstención

No hay lugar a dudas: el PP ha arrasado en estas elecciones europeas tanto en la comarca de la Safor (donde el PSOE apenas salva los muebles en tres poblaciones), aumentando su distancia respecto del principal rival, inclusive con un porcentaje de votos superior a las generales de 2000 cuando consiguió en la capital de la Safor un 54,7% de los votos.
Aún así, cualquier análisis que quiera realizarse sobre lo acontecido el pasado domingo, debería pasar necesariamente por prestar atención a la abstención registrada, un 45%, la segunda más alta de la historia electoral de Gandia tras las europeas de 2004.
En esa línea, habrá que decir que el electorado de la comarca no ha sido inmune al comportamiento cada vez menos participativo en unas elecciones tal vez demasiado lejanas para el ciudadano de a pie.
Pero hay más elementos que parecen haber definido el dato: las elecciones al parlamento europeo no eligen un gobierno como tal, con lo que la tensión ideológica desaparece y además la sensación que se tiene es de que “en Europa” se habla y se deciden cosas que no interesan directamente a la vida ciudadana. Craso error, aunque ya no es momento de lamentaciones para nadie, ni siquiera para quienes han ganado este comicio, que obviamente, como en el caso del PP, pueden exhibir su triunfo con toda legitimidad.
Aunque tampoco está demás señalar que en otros países las cosas han ido peor para la democracia con la eclosión de movimientos y partidos que han obtenido representación en la eurocámara desde posiciones netamente antidemocráticas. En España ya pasó con aquellos dos diputados que obtuvo el partido de Ruiz Mateos en 1987.
El riesgo, con todo, puede ser superior si la política al fin y al cabo se desliza por estos parámetros, intentando como han hecho algunos partidos privilegiar su discurso más “nacional”, erizado de descalificaciones y temas menores, antes que ejercer el papel (al que deberían estar obligados) de difusores y educadores en cuanto al papel de Europa.
Sea como fuere, los partidos han hecho su particular lectura de los resultados, y es evidente que no han aprendido la lección porque no saben, no conocen o simplemente no les interesa poner negro sobre blanco que lo que estaba en juego es una idea de Europa donde lo que prima es el interés común de 350 millones de ciudadanos y no la disputa diaria de un titular mediático.
De todos modos, la percepción de los abstencionistas puede haber sido muy otra, no en vano la participación ha caído desde el 75% en 1987, en Gandia, hasta este lamentable 45%. En todo caso, la crisis y la falta de respuesta común de la Unión Europea al desafío, tiene, seguro, mucho que ver con lo que ha pasado.

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