jueves, 25 de junio de 2009

Entre vías

No hay ninguna administración seria que pueda creerse este proyecto”. Con estas palabras, el portavoz del PP de Gandia, Arturo Torró, definía su valoración sobre el proyecto del tranvía Gandia-Grau-Playa propuesto por el Gobierno Municipal para su aprobación en la línea del Plan Confianza del Presidente Camps.
Obviamente, la frase resume acabadamente el pensamiento de quien no apostaba nada por la suerte del proyecto presentado a la Consellería y más aún se mostró completamente en contra del mismo, aunque luego comenzara una carrera de matizaciones que le han llevado al “sí pero no”.
A la inversa, el Gobierno Municipal se ha visto envuelto en una polémica respecto a los detalles no definidos del proyecto que hacen pensar que en un primer momento se trataba de presentar la obra como un pulso al gobierno de la Generalitat.

Sea como fuere, con las dudas añadidas por el Bloc respecto a la idoneidad de la inversión a realizar, lo bien cierto es que el visto bueno del gobierno valenciano aprobando el proyecto está sujeto ahora a plazos muy determinados: en primer lugar el Ayuntamiento de Gandia deberá presentar un estudio de impacto ambiental y otro de viabilidad antes de la aprobación definitiva.
Lo segundo, obviamente, medido en cifras concretas de explotación y rendimiento, aunque obviamente, la “rentabilidad social”, no sea aparentemente un hecho mensurable.
Sobre estas y otras cuestiones el gobierno municipal debería facilitar información a los ciudadanos si de verdad lo que se quiere es implicar a los vecinos en sus decisiones.

De hecho en el informe que acompaña a esta edición de “Gente”, se anticipan datos hasta ahora poco conocidos del proyecto, nacido en medio de la polémica aunque sea comprobable que la idea no es nueva y que, al menos en los casos del PP, PSOE y Plataforma de Gandia, tal cuestión ha formado parte de sus programas electorales, por lo que ahora resulta del todo incomprensible que se cuestione no ya su viabilidad sino la naturaleza misma del emprendimiento.
Pero aún así habrá que preguntarse otras cosas habida cuenta de las características del llamado “Plan Camps”: ¿existe financiación para tantas inversiones como las prometidas atendiendo a la crítica situación de las cuentas de la Generalitat desveladas por el Banco de España y el Síndic de Comptes? ¿Por qué la Generalitat ha preferido, a diferencia del Plan Zapatero, promocionar un plan indefinido en el tiempo con la supuesta intención de luchar contra la crisis, atribuyéndose todas las competencias de adjudicación y control de las obras, sin dar participación a los ayuntamientos que, como se ha demostrado con el “Plan E”, lo ponen en marcha y ejecutan con rapidez?

Mucho nos tememos, visto lo visto, que al final todo sea una maniobra que desemboque en el reiterado victimismo de cuánto le debe el gobierno central a la autonomía y que, obviamente, sirva para explicar luego la falta de financiación. Pero hay más: si el gobierno municipal se equivoca en su planteamiento del tranvía y la Generalitat Valenciana se lo deniega finalmente, Gandia tendrá otra oportunidad, y como ha sucedido con el Plan E, en muchos municipios cuyos proyectos no se ajustaban por diversas razones a las bases, finalmente pudieron cambiarlos por otros que sí estaban cubiertos por el mismo.
Por lo tanto, vale poco o nada la alarma sembrada desde el PP de Gandia sobre que la ciudad se perderá 16 millones de euros. Sólo falta que no suceda con el tranvía lo que con el tren Gandia - Denia, una tomadura de pelo donde las haya en la batalla que durante años han mantenido la Generalitat y el Ministerio de Fomento por ver a quién le toca.
El último acuerdo decía bien a las claras que era responsabilidad de la Generalitat a cambio de que el Ministerio se encargara del tren Xàtiva - Alcoy. Pues bien, éste se está haciendo, mientras que el que conectaría a la Safor con la Marina, ni siquiera tiene presupuestado un euro.
Eso sí, Camps reunirá a sus alcaldes para reclamárselo... al ministerio.

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