jueves, 5 de febrero de 2009

Fuera de la realidad

El anticipo de la programación posible para la celebración del quinto centenario de Sant Francesc de Borja contiene una serie de acontecimientos de carácter cultural cuya concreción a día de hoy, está pendiente de la financiación no sólo local, sino de las aportaciones que puedan hacer las administraciones central y autonómica de las que poco o nada se sabe.
Y es que un acontecimiento como el apuntado debería a estas alturas estar más o menos cerrado, y, sobre todo, planteado con una cierta dosis de realismo político que parece estar fuera ahora mismo de los cálculos del gobierno municipal.
Porque, entre otras cosas, la crisis económica que afecta a todo el mundo, más tarde o más temprano hará mella en unas cuentas municipales (que más allá de la discusión política) no parecen ser muy realistas y antes, al contrario, sólo se compadecen con una declaración de intenciones.
Pero es que hay más datos preocupantes al respecto. De lo anunciado hasta ahora, no cuadra para nada que entre el programa elegido se hable de un crucero que uniría Gandia con Roma, pasando por Barcelona, para hacer la ruta de los Borja. La primera consideración es de carácter claramente económico ya que su coste, por mucho que se diga que se harán cargo del mismo quienes lo ocupen, no deja de ser una “boutade” en los tiempos que corren.
La segunda cuestión es claramente política: ¿un crucero para unos pocos elegidos que se puedan pagar el viaje será entendido por el resto de la población? ¿Y quién pagará el coste de los invitados, que los habrá? ¿Cuál el es sentido que puede tener semejante iniciativa? Las respuestas están claras, tan claras que no hace falta explicitarlas.
Además, otro de los actos previstos en el programa, el estreno de una obra musical a cargo de Carles Santos con el acompañamiento de 500 ¡quinientos! músicos parece cuando menos otro despropósito. No porque Santos no tenga un currículum que acredita su polifacética obra, sino porque el carácter de su música conceptual y arriesgada (o sea, polémica) lo hace cuando menos incompatible con un concierto masivo en la plaza del Prado o en la Iglesia del Gesu en Roma. Se ha de ser claro: Santos compone un tipo de música para ultraminorías a todas luces alejada de lo que se espera de un acontecimiento como el que se conmemorará.
Así las cosas, da la sensación de que se están propasando los límites de la realidad para hacernos creer que “todo va bien”, cuando lo cierto es que está proponiendo en parte un programa de actos de difícil digestión por parte de una sociedad justificadamente preocupada por la situación económica a quien le hará muy poca gracia aceptar un dispendio como el que se propone.

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