lunes, 23 de febrero de 2009

FAES y el crédito

La denuncia pública de FAES sobre las dificultades que se están encontrando las pequeñas y medianas empresas de la comarca para obtener financiación que les permita sortear las duras condiciones de falta de liquidez provocadas por la crisis, pone negro sobre blanco una situación ciertamente preocupante.
Y es que la Safor no puede sustraerse al estado general de cosas que comienzan a ser agobiantes para un tejido empresarial que representa más del 90% del empleo y más del 93% del total de la economía comarcal.
Los casos “tipo” que cita FAES en su informe son esclarecedores: desde entidades financieras que aún no disponen de las líneas de créditos ICO, cuando están a su disposición desde finales de diciembre de 2008, hasta un endurecimiento objetivo de las condiciones para otorgarlos en el caso de los bancos y cajas que ya disponen de esa línea, pasando por propuestas poco ajustadas a la normalidad como sugerir que parte del crédito concedido quede bloqueado en una cuenta.
Pero tal vez el dato más claro sea el aportado por el propio presidente del Instituto de Crédito Oficial, el valenciano Aurelio Martínez, cuando informó hace una semana, que de los 10.000 millones de euros disponibles sólo se habían dispuesto en más de 45 días de funcionamiento... algo más de 100 millones de euros, lo que da una idea de la cerrazón del mercado financiero aún tratándose de créditos aportados al 50% por el Estado.
Pero aún peor es la situación derivada de un plan similar, aprobado en noviembre por el Instituto Valenciano de Finanzas, de 200 millones de euros en total, que no se ha consumido, a día de hoy en más de un 30%, según datos del propio IVF.
Lo llamativo de ambos casos, es que luego se afirme que “se ha producido también un descenso en la demanda de crédito” un dato cuando menos discutible, porque, entre otras cosas, no existe una manera objetiva de medir tal parámetro cuando consta sólo las solicitudes presentadas, no las consultas previas que, ante la escasa información de las entidades, desalientan al demandante.
En todo caso, empieza a ser incomprensible que un sector como la banca, que ha recibido las mayores ayudas públicas que se recuerden en la historia, con el compromiso de trasladarlas a las familias y a las empresas, esté manteniendo un comportamiento al que el propio Gobierno debería poner en línea con los objetivos anunciados.
De otro modo, tal como señalan los empresarios de la comarca, cada día que pasa la situación se hace más insostenible para centenares de pequeñas empresas que, ante la falta de liquidez, dejan de ser “viables”, exigencia que los propios bancos plantean como si no fuesen en buena parte de su casi exclusiva responsabilidad.

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