jueves, 9 de diciembre de 2010

Santa Anna - Simancas

La decisión de la Asociación de Vecinos de Santa Anna de volver a formar parte de la Junta de Distrito y a participar activamente en la vida asociativa de la ciudad, tras 12 largos años de ruptura con el Ayuntamiento, es a todas luces una buena noticia.
Durante este tiempo se han sucedido demasiados agravios entre las partes (o al menos leídos como tales por los actores) y enfrentamientos que no han sido para nada beneficiosos para el barrio, pero tampoco para la política local.
Ninguna de estas cosas han estado al margen del interés de la política, más bien al contrario, hubo quien en su día encontró en este asunto un buen filón para desgastar a un gobierno que durante años tampoco mostró gran capacidad de reacción.
Al margen de todo esto, sin embargo se siguió actuando en el barrio en cuanto a infraestructuras y, sobre todo, en el plan de erradicación de viviendas que más que tal denominación suponían casi chabolismo, con los problemas añadidos de seguridad ciudadana encuadrados en el tráfico de drogas o en el absentismo escolar.
Sea como fuere, lo bien cierto es que ahora Santa Anna se encuentra en una fase de total recuperación con la decidida actuación del Plan Urban que tiene como eje no sólo actuaciones urbanísticas sino parquización de la zona y otros elementos y espacios a tratar.
Ahora, tanto vecinos como ayuntamiento tienen una oportunidad única: no sólo la de reencontrarse en un espacio común de discusión y planteamiento de problemas, alternativas y soluciones, sino de reencauzar lo que nunca debió romperse, para bien de todos.
La otra noticia, la de que finalmente hay acuerdo con los tres vecinos que se oponían al derribo de Simancas, bien es verdad que tras algunas resoluciones judiciales, pone punto y final a un problema cuya dilación había entorpecido el desarrollo del proyecto.
Es decir que, superados los problemas habidos con la Consellería, que se negaba a incluir al barrio en el programa conjunto con el Ministerio ahora, que se supone absolutamente destrabado el proyecto, lo que los vecinos realojados esperan es que se cumplan los plazos establecidos y en un tiempo prudencial, se acabe la obra y puedan volver a las nuevas viviendas.
En suma, dos buenos pasos que alientan el futuro inmediato, y que en definitiva todos deberíamos saber aprovechar, máxime en tiempos como los que corren en que las noticias no suelen ser muy halagüeñas para nadie.
Lo que queda ahora es esperar que se cierre el círculo y finalmente, ambas cuestiones avancen por el camino de las concreciones.

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