miércoles, 31 de marzo de 2010

Reservas

La Semana Santa que ya ha llegado debe servir, entre otras cosas, para apreciar hasta dónde la crisis ha afectado a uno de los principales sectores económicos de la comarca: el turismo. Porque obviamente hasta ahora aunque no ha sido uno de los más afectados, tampoco ha dejado de sentir los coletazos de una situación que se extiende por casi dos años.
Entre la disparidad de datos existentes sobre la ocupación turística potencial para este fin de semana, se piensa que no todo está tan claro respecto al verdadero impacto de la situación económica, porque los métodos de medición -entre otras cosas- no suelen ser demasiado fiables, quitado de la propia declaración de ocupación de los hoteles y de las agencias de alquiler de apartamentos regulados, cuyos datos son de los pocos que pueden establecerse con cierto rigor.
El sector hostelero, en cambio, no es de los más fiables en tanto y en cuanto su oferta es demasiado amplia y, en ocasiones, muy dispersa, con escaso asociacionismo, con incorporaciones y cierres de establecimientos casi constante, lo que hace muy poco mensurable su trabajo.
Y qué decir ya del turismo que llega a ocupar segundas residencias en préstamo, en plan familiar, o sencillamente mediante el alquiler de apartamentos no regulados, una tarea ímproba cuya medición se ha intentado por el método de conocer la ocupación a través de la recogida de basuras o el consumo de algunos servicios como la energía eléctrica.
Sea como fuere, los datos en el caso de Gandia parecen no ser del todo malos toda vez que la propia Federación de Hostelería de Valencia ha anticipado los resultados de un estudio de expectativas empresariales del área que daría a la capital de la Safor un incremento del 1,75% respecto al año anterior, en medio de un panorama donde la zona mejor parada es El Perelló, con un crecimiento estimado del 1,82%, mientras en el resto de la provincia la actividad decae, aunque levemente, por debajo de los valores de 2009.
Lo que salta a las claras de todo esto (ya se verán los resultados en una semana) es que este aumento, muy moderado, no se compensa con mayores ingresos, dado que la restricción del gasto provocada por la crisis se traslada a cafeterías, bares y restaurantes, a lo que se añade la ya de por sí rebajada oferta por parte de estos establecimientos.
Sea como fuere, la sensación de que la economía ha dejado de caer para comenzar a sostenerse sobre un piso (muy bajo eso sí) más o menos sólido, alienta esperanzas en principio para la próxima temporada veraniega, y cuyos primeros datos podrán extrapolarse a partir de lo que suceda este fin de semana.

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