miércoles, 17 de marzo de 2010

Cartón piedra

La crítica fallera, sobre todo en el plano local, debería ser una buena referencia del estado de las cosas en una ciudad como Gandia, aunque no se pueda decir que constituya un barómetro definitivo, ya que en muchos casos el análisis que se desprende de ella no puede ir mucho más allá de la sátira que todo lo justifica.
Aún así, un vistazo general a lo sucedido este año elevaría la cuenta de que, para el mundo fallero de la capital de la Safor, el tema de las obras es suficiente motivo como para centrar buena parte de sus escenas como ha sucedido. Y de entre los proyectos, se lleva la palma el tranvía al mar, uno de los temas más polémicos de la ciudad en los últimos años: mientras algunas comisiones ponen en cuestión el asunto, otras le dan hasta la bienvenida.
Con todo, más allá de la conmemoración del Vº Centenario de Sant Francesc de Borja, omnipresente en todos los monumentos habida cuenta de los premios especiales que comportaba su reflejo en cartón piedra, lo que prácticamente ha cubierto este año las bases de las fallas ha sido la crisis, con sus consecuencias sociales., económicas... y políticas. Por cierto, no han sido pocas las comisiones que hacían referencia al impresionante ritmo de inversión pública en la ciudad y su consecuente gasto añadido.
La situación política y los casi continuos encontronazos entre los dirigentes políticos tampoco quedaron al margen de la crítica aunque -todo hay que decirlo- menos tal vez que otros años: desde las “zancadillas” de Torró al gobierno municipal, hasta un “magnánimo” Orengo repartiendo dinero a espuertas, pasando por un Mut encaramado a los grandes proyectos. Curiosamente, el Bloc no ha sido especialmente visible en en estas fallas, tal vez porque su protagonismo en la disputa haya sido menor.
Lo bien cierto es que el reflejo de la crisis se ha ocupado de la situación de las propias fallas, ya que en muchos casos la crítica hacía referencia al impacto que la misma está teniendo sobre la fiesta y algunos hasta se atrevían a vaticinar un 2011 todavía peor que el presente ejercicio.
Sea como fuere, las fallas han vuelto a poner en evidencia aquellas cosas que, se supone, más preocupan a la gente, aunque eso sí, siempre desde el punto de vista socarrón y hasta sarcástico para, llegado el caso, poner de vuelta y media a quienes nos representan en las instituciones.
Con todo, 2011 será un año particular desde el punto de vista de la crítica: entonces faltarán apenas dos meses para las elecciones locales y será una buena oportunidad para analizar lo que las fallas opinan de las cosas de la ciudad.

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