viernes, 13 de junio de 2008

El transporte

La incidencia de la huelga de los transportistas empezaba a dejarse sentir de alguna manera en la comarca a partir del pasado martes. Los piquetes “informativos” habían logrado bloquear en buena parte los transportes de cargas de numerosas empresas locales, las gasolineras eran una muestra de la ansiedad de los usuarios por hacerse con unos litros de combustible y la sensación en hipermercados y supermercados de la comarca era que el desabastecimiento podía producirse en cualquier momento.
Todo ello, claro está, alimentado por una sicosis equivalente a una situación de casi pánico por parte de la población, bombardeada por imágenes e informaciones cual de todas más catastrofista.

En este ambiente, pues, se hace difícil establecer unos parámetros de reflexión suficiente y tranquila para hacer un análisis de las causas del problema y de los verdaderos excesos que se están cometiendo en nombre del derecho constitucional de huelga, impulsada en este caso por dos centrales que representan mayoritariamente a trabajadores autónomos, ya que el resto de asociaciones empresariales del transporte, según se dice un 80% del sector, no se han plegado a la convocatoria.
Y lo bien cierto es que el derecho de los huelguistas se contrapone con claridad con el derecho de quienes han decidido trabajar pero no pueden hacerlo, dado que no se trata solamente de no trabajar por parte de quienes apoyan el movimiento sino de impedir que otros lo hagan y en ese punto el problema se amplifica hasta límites insospechados.

No es de recibo, por ejemplo, que no sólo se impida el paso de camiones o furgonetas, sino que, como se ha visto en varios casos, se inmovilicen esos vehículos por el simple expediente de averiarlos.
Mientras tanto, es razonable pedirle al gobierno español que actúe en dos sentidos: negociando lo que se pueda y hasta donde se pueda con el sector, y por otra parte, garantizando el derecho al trabajo de aquellos que no comparten la estrategia rupturista de quienes impulsan el paro.

Sea como fuere, los datos macroeconómicos empeoran minuto a minuto: si el problema es el precio del petróleo (que casi ha triplicado su precio en tres años) ahí va el último proporcionado por el cuarto producto mundial de hidrocarburos, Rusia. Asegura que el año próximo el barril de petróleo en el mercado internacional llegará a los 250 dólares. O sea...

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