lunes, 30 de marzo de 2009

Emoleo

Que por encima de cualquier otra preocupación ciudadana se encuentra el desempleo, no tiene duda. Como tampoco la tiene el hecho de que tal y como van las cosas, la economía mundial no parece que apunte en el sentido de parar la sangría que se está produciendo, y más aún en España, donde la “burbuja” financiera ha arrastrado tras de sí a los dos sectores que apuntalaban el crecimiento económico de los últimos diez años: construcción y consumo interno.
Por lo tanto, las únicas herramientas de uso inmediato, al alcance sólo de las administraciones públicas, son la creación de puestos de trabajo partiendo de fuertes inversiones destinadas a promover empleo aún a costa de un mayor endeudamiento o déficit público.
En el caso de esta comarca la justificación de semejante política es aún mayor, a poco que se consideren los datos de la Contabilidad Regional de España, que atribuye a la Comunidad Valenciana un crecimiento durante 2008 por debajo de la mitad del conjunto del país (0,5% contra 1,2%) cuando ya la economía apuntaba a la recesión. Otros datos, como los del paro, dicen a las claras que Valencia está muy encima de la media nacional de la destrucción de empleo.
Para ser solamente comparativos, mientras la economía del País Vasco creció un 2,8%, Navarra un 1,9%, Extremadura el 1,8%, o Murcia el 1,5%, por citar sólo algunas comunidades, la nuestra es el furgón de cola de toda España porque simplemente, el impacto de la construcción desaforada, ha sido más explosivo que en ningún otro. Se acabaron los tiempos de los cantos triunfales del Presidente Camps cuando presumía de crecer más que la media nacional y europea y, a la vez, atribuyéndose todo el mérito de aquella etapa. Seguramente ha llegado el momento de que asuma también la contracara de la vorágine de aquel crecimiento con pies de barro, al que se suma el mayor endeudamiento por habitante de todo el entorno autonómico.
Y esto último no como consecuencia de inversiones públicas de calado social o de clara repercusión económica. Ya no basta el discurso de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, o Terra Mítica, ambos agujeros negros cuya “hambre” de recursos públicos ha llevado al oscurantismo total en un caso y casi a la quiebra en el otro.
En tres semanas comenzará a operar el “Plan Zapatero” en toda la comarca, según explicaba el Delegado del Gobierno, Ricardo Paralta, con inversiones que suponen más de 31 millones de euros, mientras ayuntamientos como el de Gandia pretenden invertir casi 160 millones de euros en los próximos dos años.
Por lo que decíamos al principio de este comentario: ¿dónde están los fondos del anunciado (a bombo y platillo) “Plan Camps”?. Ni se sabe.

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