martes, 18 de noviembre de 2008

Vila Nova

Convengamos en que las tan traídas y llevadas obras o mejor dicho, su inicio, de la calle San Francisco de Borja se han convertido en una polémica, cuyo único interés reside ahora mismo en cómo se dicen algunas cosas. Porque, básicamente, lo que ha fallado desde el gobierno municipal es la comunicación con los colectivos implicados o, en todo caso, la interpretación que unos y otros han hecho de sus respectivas posturas.

Y ya se sabe, allí donde no existe una correcta lectura del mensaje, no hay posibilidad de entendimiento. No está claro esta vez que a la luz de lo publicado y dicho, la postura haya sido siempre la misma y las contradicciones, por error o por omisión, han provocado una tormenta en un vaso de agua.

Otra cosa es que la situación, en algún momento kafkiana, haya desembocado en una comparecencia del gobierno municipal para fijar el asunto en unos términos que se suponen irrevocables, y de paso, arremeter contra “los palos en las ruedas” que ponen otros (léase PP) al proyecto, y deslizar inclusive alguna crítica contra el Presidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico.

En cuanto a lo primero, es verdad que resulta incomprensible la postura del líder del PP, Arturo Torró, que mientras pide que las obras no se hagan “por la crisis existente”, a la vez solicita una comisión especial para “estudiar las obras y resolver sobre su fecha de inicio”, mientras en otras declaraciones asegura que “el mejor momento era hace tres años”.

En cuanto a lo segundo, parece que el comunicado del Centro Histórico estuvo basado en unas declaraciones del responsable de Urbanismo donde se confundían las fechas de inicio de obras, aunque en todo caso vuelve a surgir el tema de la incomunicación entre las partes: habría bastado una simple llamada telefónica para certificar los dichos y alejar los fantasmas que parecen imperar en todo el trámite.

Sea como fuere, lo importante ahora es que, tomada la decisión de iniciar los trabajos al menos en dos sectores de la calle en febrero próximo, todo esté acabado en la fecha prevista, para navidades de 2009, facilitando así la campaña de ventas de fin de año.

Y sobre todo, que se acabe una polémica estéril cuyo principal objeto a estas alturas no es otro, por evidente, que recrear el raro ambiente político que parece imperar en la ciudad.
Un ambiente del cual unos son responsables por omisión y otros por simple especulación política.

La suerte no ya de una obra, sino de una ciudad no puede estar pendiente de estrategias de la destrucción y además, que por parte del Gobierno, se cometa el error de darles pábulo con su acción. Y eso que aún faltan dos años y medio para las próximas elecciones.

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