Mayor calidad y menos cantidad, hubo suerte con el tiempo y la participación fue de las más altas registradas en los últimos años.
Tal vez éste sería el apretado resumen de una fiesta que ha convocado a miles de personas en las calles de la capital de la Safor. Ha sido un ejercicio de malabares para la organización municipal responsable: ajustar unos presupuestos reducidos respecto a lo habitual y, a la vez, procurar que el programa no se resintiera.
Así ha sido finalmente si se miran los números de asistencia calculados en un primer momento, con especial énfasis en los espectáculos de calle, una verdadera muestra de calidad tal vez equiparable a unos festivales de alto nivel. Quien haya paseado estos días, a casi todas las horas, por el ámbito de la ciudad que recogía la fiesta, seguramente encontraría más de una sorpresa agradable con las acciones ambulantes, algunas de ellas ciertamente sorprendentes.
Ha habido menos teatro en el Serrano, y menos conciertos para jóvenes, pero aún así habrá que decir que, ciertamente, la falta apenas si se hizo notar, compensada con creces por los juegos para niños y el teatro en la calle. Eso sí, sin el abigarramiento de oferta de las primeras ediciones del nuevo modelo.
Una vez más, el Prado fue la “Plaça del mosset”, el Raval se convirtió en un mercado medieval, la Casa de la Marquesa en un escenario de los clones de grandes artistas (un general un acierto), la plaza del Ayuntamiento un “revival” de otras épocas y la Plaça Escoles Pies, foro de diferentes culturas, entre otras muestras de continuidad de la oferta de Feria.
No hubo que reseñar incidentes de importancia, y el respeto por el mobiliario urbano y zonas verdes este año ha sido superior al de otras ediciones.
En la contracara, la descoordinación del final de la procesión de Sant Francesc con la actuación de “los Diablos”, provocó la superposición de dos manifestaciones de contenidos muy diferentes.
Sea como fuere, lo bien cierto es que la Feria y Fiestas de Gandia ha conseguido desde la implantación del nuevo modelo, con Marcelí Giner como concejal de fiestas durante el gobierno PSOE- Bloc, darle un giro importante al sentido de la celebración que poco a poco ha ido puliendo detalles y afianzando un esquema que se ha mostrado más que válido toda vez que se aprecie la respuesta popular obtenida.
Así las cosas, 2010, será seguramente un punto de referencia, porque después de todo, lo que se celebrará será el 500º Aniversario del nacimiento de Francesc de Borja. Nada más y nada menos. El camino está claro y la mejor demostración ha sido la fiesta que acabó el pasado domingo.
martes, 13 de octubre de 2009
Y ahora a por el 2010
Publicado por José Arnau en 0:48
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